1954

Maud Westerdahl

Siglo XX, Francia, Arte, Puerto de la Cruz, Santa Cruz de Tenerife,

Maud Westerdahl

Francia

3351

adeleine Bonneaud nació en Limoges en 1921, fruto del matrimonio entre una profesora de Matemáticas y un catedrático de Física y Química. Como ella misma describiría años más tarde: ‘Un ambiente científico puro. Nada de arte, salvo el clásico piano y violín burgués, sin gloria ni placer. Literatura: clásica, sin más.’ En 1940, cuando aún […]

Artista, crítica de arte y activista, dinamizó la vida cultural de Tenerife y se convirtió en referencia de la vanguardia para varias generaciones.

Madeleine Bonneaud nació en Limoges en 1921, fruto del matrimonio entre una profesora de Matemáticas y un catedrático de Física y Química. Como ella misma describiría años más tarde: ‘Un ambiente científico puro. Nada de arte, salvo el clásico piano y violín burgués, sin gloria ni placer. Literatura: clásica, sin más.’ En 1940, cuando aún era una estudiante de Letras, conoce a André Breton, prócer del Surrealismo que ejercía como oficial médico durante la 2ª Guerra Mundial. ‘Nos habló durante meses: influencia imborrable en una mente joven y abierta. Hablaba de su viaje a Tenerife, de Freud, de magia, de Rimbaud, de Sade, de Picasso, etc. Nos daba sus revistas, hoy piezas de museo.’

En 1943 se presenta en su vida el pintor tinerfeño Óscar Domínguez y se casan al finalizar la guerra. Ella empieza a trabajar con esmaltes y a moverse en los círculos de París, forjando una duradera amistad con Pablo Picasso. Sigue cultivando sus contactos y en un viaje a Londres conoce a Roland y Valentine Penrose. Tras varias exposiciones en Checoslovaquia, realiza joyas para Christian Dior y en 1950 se separa de Domínguez, divorciándose más tarde. Este le presenta a su amigo Eduardo Westerdahl, impulsor de la revista Gaceta de Arte, que la invita a exponer en Tenerife en 1953, comenzando a partir de entonces una relación que les llevaría a casarse en París dos años después y establecerse en la isla.

El matrimonio Westerdahl se convierte en un núcleo irradiador de modernidad, a caballo entre Santa Cruz y el Instituto de Estudios Hispánicos del Puerto de la Cruz. Maud se integra rápidamente en la sociedad artística, congeniando en especial con la pareja formada por la escultora Mª Belén Morales y Federico Castro. Con ella organizaría distintos eventos en el Círculo de Bellas Artes de la capital, convirtiéndose la exposición ’12’ (1965) en la primera que contaba en exclusiva con artistas femeninas provenientes de distintos puntos de Europa y América. Aparte de Maud y Mª Belén, participaron la italiana Carla Prina, la sueca Tanja Tamvelius, la finlandesa Birgitta Bergh, la estadounidense Quita Brodhead, la polaca Vicki Penfold y las españolas Eva Fernández, Celia Ferreiro, Manón Ramos, Lola Massieu y Jane Millares.

Maud siguió creando sin dejar de lado el activismo cultural. Aparte de su comisariado para la exposición en homenaje a Óscar Domínguez (1968), su aportación fue fundamental en la I Exposición de Escultura en la Calle celebrada en Santa Cruz de Tenerife (1973), ejerciendo de contacto con el matrimonio Penrose. Su última exposición individual tuvo lugar en 1980 y se llamó ‘Fabulario.’ La artista murió en Madrid en 1991 dejando, junto a su marido Eduardo fallecido en 1983, un legado imprescindible para entender la Modernidad en Canarias.