Teleportación Cuántica
a primera descripción que conocemos de Petrus Gonsalvus es de 1547, cuando contaba con aproximadamente 10 años de edad. Se trataba de un niño guanche capturado en Tenerife tras la conquista de la isla y que fue ofrecido como presente al rey de Francia. Aunque desconocemos el periplo que le llevó de Tenerife hasta Francia, […]
La primera descripción que conocemos de Petrus Gonsalvus es de 1547, cuando contaba con aproximadamente 10 años de edad. Se trataba de un niño guanche capturado en Tenerife tras la conquista de la isla y que fue ofrecido como presente al rey de Francia. Aunque desconocemos el periplo que le llevó de Tenerife hasta Francia, es probable que pasando por la Península Ibérica a manos posiblemente de corsarios franceses, sí que sabemos de su exótico valor como “regalo” al Rey: el guanche Pedro González sufría de Hipetrichosis Universalis Congenita o Síndrome de Ambras, una rara enfermedad cuyo síntoma más evidente es la presencia de abundante pelo por todo el cuerpo, incluida la cara, lo que, a ojos de la época, le confería un particular aspecto casi animal. Según la historia que él mismo contó, y que recogen las crónicas de la época, procedía del linaje de los Menceyes isleños, lo que concuerda con el tratamiento de don Pedro que recibió en la corte, donde sirvió durante años. En esta época aparece mencionado como curiosidad en dos tratados de medicina de Giulio Cesare Scaligero (1557) y Realdo Colombo (1559), en París. Allí casó con Catalina, una mujer considerada de extraordinaria belleza, con quien tuvo varios hijos e hijas, alguno de ellos con la misma enfermedad que su padre. Sabemos también que en esta época fue instruido en las artes, las letras y aprendió latín, como atestigua Van den Bosch en otro tratado de medicina, de 1582: “Enrique, rey de los franceses, ocupose de que se instruyera en ciencias humanísticas a un hombre cubierto de pelo, no menos que un perro”. Tras la muerte de Enrique queda al servicio de su heredero Francisco II, y posteriormente de la viuda de éste, Catalina de Medici, época en la que se realizan los primeros retratos de la familia González.
Por una carta de marzo de 1583 del Archiduque Carlos de Habsburgo a su cuñado Guillermo V de Baviera sabemos que entre la colección de pinturas de mujeres barbudas y curiosas figuras traídas de todo el Mundo a modo de cámara de los prodigios o gabinete de curiosidades de Guillermo, se encontraban los retratos (c. 1582) de Pedro González, apodado “Salvaje” no sólo por su aspecto sino por su ascendencia guanche, de su esposa Catalina, y de su hijo Henri y su hija Madeleine, ambos con hipertricosis. Estos 4 grandes retratos se encuentran hoy día en el Castillo de Ambras, en Innsbruck, donde se reunió la célebre colección. Ese mismo año de 1583, además, el artista flamenco Joris Hoefnagel realiza en Munich una copia en miniatura de los retratos añadiendo la siguiente descripción: “Petrus Gonsalvus, Alumnus Regis Gallorum. Ex Insulis Canariae Ortus” (Pedro González, pupilo del Rey de Francia. Nacido en las Islas Canarias). Las miniaturas, que forman parte de una obra mayor sobre los 4 Elementos, se encuentran en la National Gallery of Art de Washington. Posteriormente, estos retratos sirvieron de modelo para diferentes copias que circularon por toda Europa, como las encargadas en el siglo XVII por Rodolfo II en Praga, obra del pintor flamenco Dirck de Quade van Ravesteyn, como parte de un bestiario recopilado por el emperador.
Tras la muerte de Catalina de Medici, la familia se traslada a Italia en 1591 como regalo a Alejandro Farnesio, Duque de Parma, y se instalan en el Palazzo del Giardino, residencia de verano de los duques, de exuberantes jardines. Desde ahí, varios de sus hijos son regalados, manteniendo el apellido González, pero con el sobrenombre de Pelosi (“peludo” en italiano), a varias personalidades de la época. Así, en el Museo de Bellas Artes del Castillo de Blois, en Francia, existe un retrato de su hija, Antonietta González Pelosi. En el retrato de la niña velluda, atribuido a la pintora Lavinia Fontana (1552 – 1614), sostiene una nota en la que puede leerse: “De las Islas Canarias fue traído don Pedro, un hombre salvaje, para el egregio Enrique, Rey de Francia. Hoy se encuentra él con el ilustre Duque de Parma, al que yo, Antonietta, pertenezco y ahora estoy en casa de la Señora Isabella Pallaviciana, Marquesa de Soragna”. Una descripción de la niña, con un dibujo basado en la pintura de Fontana, aparece en la obra Monstrorum Historia (1642), del naturalista italiano Ulisse Aldrovandi, sirviendo de modelo de infinidad de retratos imaginarios de “muchacha velluda” en diferentes tratados posteriores. De igual forma, su hermano Enrico González Pelosi es regalado por el Duque de Parma al Cardenal Odoardo Farnese y trasladado a Roma, donde fue exhibido por toda la ciudad ricamente vestido. Enrico aparece retratado junto con un enano y un bufón de los Farnesio en el cuadro Arrigo Peloso, Pietro Matto, Amon Nano et altre bestie, de Agostino Carracci (1557 – 1602), que se encuentra en el Museo de Capodimonte en Nápoles. Curiosamente, en el cuadro se le representa ataviado con un “tamarco”, una especie de capa de piel anudada al pecho con la que Leonardo Torriani representa a los aborígenes canarios unos años antes en su obra Descripción e Historia del reino de las Islas Canarias, antes Afortunadas, con el parecer de sus fortificaciones (1588). Enrico González Pelosi se establece en Capodimonte donde se casa varias veces, tiene varios hijos, y reúne a sus padres, don Pedro y Catalina, en 1608, donde finalmente fallecen a principios del siglo XVII.
Aunque desde la antigüedad clásica existían historias que pudieron dar origen a la leyenda, como El asno de oro (siglo II d.E.) de Lucio Apuleyo, obra que inspiró Le piacevoli notti (1550 -1553) de Gianfrancesco Straparola, y que se considera la fuente de la historia de La Belle et la Bête (1740) de Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve, la vida del tinerfeño Pedro González presenta tantas concomitancias con ésta que se considera el precedente directo del universalmente conocido cuento de amor entre el salvaje hombre de apariencia animal y la hermosa joven parisina. De hecho, no se descarta que la autora del famoso cuento se basara en la historia del tinerfeño Petrus Gonsalvus.
BIBLIOGRAFÍA
Canarias7. “El canario que inspiró la Bella y la Bestia”, lunes 10 de junio de 2019, Informaciones Canarias S.A., Las Palmas de Gran Canaria.
CARRASCO MOLINA, Enrique. Gonsalvus, mi vida entre lobos. Páginas canarias de historia de la medicina, Ed. Idea, S/C de Tenerife, 2007.
La Vanguardia. “La Bella y la Bestia existieron y él era español”, 21 de febrero de 2019, La Vanguardia Ediciones, Barcelona.
ZAPPERI, Roberto. El salvaje gentilhombre de Tenerife. La singular historia de Pedro González y sus hijos, Ed. Zech, S/C de Tenerife, 2006.
VÍDEO
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HISTORIAS DEL DRAGO – CAPITULO 2 – PETRUS GONSALVUS – YouTube
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La Bella y la Bestia, una historia real en el siglo XVI | Onda Cero Radio
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