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a comunidad indostánica de Tenerife responde al tipo de comerciante indio, y sus familias, que al principio de lo que se ha dado a conocer como la diáspora sindhi, que comienza en torno a los años 50 del siglo XIX, se dedican a establecerse en puntos marítimos de relevancia comercial y luego turística, preferentemente en […]
La comunidad indostánica de Tenerife responde al tipo de comerciante indio, y sus familias, que al principio de lo que se ha dado a conocer como la diáspora sindhi, que comienza en torno a los años 50 del siglo XIX, se dedican a establecerse en puntos marítimos de relevancia comercial y luego turística, preferentemente en aquellos puertos francos exentos de impuestos, como Singapur, Panamá, Tánger, Malta o Canarias. Así, posiblemente antes de la década de los setenta del siglo XIX, comienzan a establecerse los primeros comercios hindúes en Canarias. Estos emigrantes indios procedían en su mayoría de la ciudad de Hyderabad en la provincia de Sindh, en el actual Pakistán desde 1947.
Existe constancia de que en la primera mitad del siglo XX existió un lugar de culto para la pequeña comunidad hindú de Santa Cruz de Tenerife en un apartamento de los propietarios de la firma comercial M. Dialdas & Sons, en la céntrica calle del Castillo, cerca de la Plaza de la Candelaria, en el corazón comercial de la ciudad. Según la documentación, Dialdas & Sons fue establecida en 1870: teniendo en cuenta el itinerario mediterráneo seguido por esta primera diáspora sindhi, y que en 1872 estaban establecidos como firma comercial en Gibraltar y una década después en Sierra Leona, cabe pensar que desde finales del siglo XIX estuvieran instalados en Tenerife. En cualquier caso, este apartamento, se convirtió en el primer mandir (templo) abierto al público en la isla: un lugar de culto que ha pasado inadvertido para la historia de la ciudad y que se pierde en la memoria de los primeros comerciantes hindúes llegados a Tenerife o en la de sus hijos y nietos. Aunque con un carácter privado, pues lo mantenían los propios empleados de la firma, servía como lugar de reunión de la pequeña comunidad de Santa Cruz, ubicada toda ella en torno a la Plaza de la Candelaria y sus inmediaciones, un espacio altamente representativo de la capital tinerfeña, centro financiero y administrativo. Entre 1900 y 1920, debido a las facilidades para la apertura de comercios en Tenerife, varias tiendas indias más se establecieron en Santa Cruz.
En un artículo publicado en 1931 en el periódico local Gaceta de Tenerife, se hace referencia al hecho de que se trataba de una comunidad únicamente de varones, la mayoría de ellos provenientes de otros destinos de la red transnacional sindhi, como Panamá, Ceuta, Sudáfrica, Gibraltar, Málaga o Casablanca, y que han seguido el itinerario de las zonas de influencia del Imperio Británico, estableciéndose en puertos en los que la presencia inglesa facilitaba la implantación de sus comercios: “No hay indias entre ellos. […] Estos hombres silenciosos del Oriente inglés se han lanzado solos, en falange laboriosa, a la conquista comercial de Occidente (la mejor de las conquistas)” (Gaceta de Tenerife, 1 de julio de 1931). Antes de la partición de la India y Pakistán, y de que muchos sindhis se convirtieran en exiliados, la emigración hacia occidente estaba compuesta por varones con pasaporte británico que dejaban a sus familias en la India o se casaban estando ya instalados en otros destinos, como Canarias. Así, la primera mujer india llegada a Tenerife, lo hace en el año 1949 junto con su hermana y sus hijos, donde su marido regentaba el Bazar Bombay, en la zona centro de Santa Cruz.
A partir de los años 50 del siglo XX el número de tiendas indias de Santa Cruz de Tenerife aumenta considerablemente, con personas provenientes ahora del exilio que provocó la fundación del estado pakistaní, de Calcuta o Nueva Delhi. Ya en los años 60 y 70, coincidiendo con el boom turístico que favoreció la externalización de la comunidad indostánica al resto de zonas turísticas del archipiélago, comienza la época dorada del comercio indio en Canarias, principalmente hacia los núcleos del sur de Gran Canaria (Maspalomas – Playa del Inglés), y sur y norte de Tenerife (Adeje – Arona y Puerto de la Cruz respectivamente). Después de esta fecha, comienzan a aparecer pequeños comercios independientes de las grandes casas comerciales, comercios que ya no sólo atienden al detall sino que, utilizando las mismas vías transnacionales instauradas por aquellas, generan ahora un importante mercado de importación-exportación con las principales colonias establecidas medio siglo antes por el Imperio Británico y sus zonas de influencia, en Singapur, Hong Kong, Gibraltar, Tánger, Panamá, etc.
Uno de los hitos más importantes de la comunidad hindú de Tenerife fue la creación del Club Indostánico en 1961, que se situó en la Calle San Francisco, muy cerca del principal núcleo comercial con importante presencia hindú en Santa Cruz, en el entorno de la Plaza de la Candelaria. Funcionaba como club social en el que miembros de la comunidad de Santa Cruz se reunían después de sus jornadas laborales para charlar y compartir experiencias. Es muy habitual en este tipo de clubes que tengan además restaurante, y que la comida funcione como una manera de mantener las costumbres de origen, entre otras muchas actividades. También se convierten estos lugares en improvisadas escuelas de tradición y cultura hindúes. En este contexto, el Club Indostánico de Santa Cruz de Tenerife, en el año 1969, cambia de ubicación para que comiencen las reformas de su anterior sede de la Calle San Francisco, transformándose ésta en un mandir para el conjunto de la comunidad. Ese mismo año se re-inaugura como el Guru Mandir, el primer templo con carácter comunitario de la ciudad, y el Club Indostánico pasa a ubicarse en la Rambla, en el ensanche de la ciudad decimonónica. En torno al año 1993, esta sede del club vuelve a sufrir un traslado, pasando ahora a ubicarse en su actual emplazamiento, en la Calle del Castillo, en un lugar muy próximo a su primera ubicación, en pleno centro de Santa Cruz. Continúa hoy en día funcionando como club social y restaurante, bajo los mismos parámetros con los que comenzó.
BIBLIOGRAFÍA
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Carlos Mirpuri. Asociación Hindú de Tenerife Sur – YouTube
Celebración Ganesh Visarjan 2014 de la Comunidad Hindú de Tenerife Sur – YouTube
Ratha Yatra 2017 Tenerife – YouTube
Tradiciones Culturales en Arona – Ratha Yatra Playa de Las Americas Tenerife – YouTube
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ras las reformas emprendidas por Andrea D’Oria en 1528, después de la expulsión de los franceses y la restauración de la independencia de Génova por su aliado Carlos V, se crea el Gran Consejo de Nobles encargado de escoger al Dogo que regentará la Suprema y Venerada Magistratura de la república independiente. Este altísimo honor […]
Tras las reformas emprendidas por Andrea D’Oria en 1528, después de la expulsión de los franceses y la restauración de la independencia de Génova por su aliado Carlos V, se crea el Gran Consejo de Nobles encargado de escoger al Dogo que regentará la Suprema y Venerada Magistratura de la república independiente. Este altísimo honor coloca a la familia agraciada al nivel de las principales monarquías europeas debido a los estrechos vínculos comerciales e intereses estratégicos que Génova tiene con Europa y con el resto del Mundo. Así, se redujeron a 28 las más históricas y poderosas sagas de la nobleza genovesa, que eran registradas en el Libro de Oro de la Serenísima República, y entre las que destaca una familia establecida en la isla de Tenerife desde la segunda mitad del siglo XVI, los Lercaro.
Ya desde el siglo XII existen referencias al apellido y una centuria después encontramos a un Ugo Lercaro participando en las Cruzadas en Tierra Santa junto con el rey de Francia Luis IX el Santo. En el manuscrito del siglo XVIII de Agostino Della Cella, con una relación de las Famiglie di Génova: antiche e moderne, estinte e viventi, nobili e popolane, el autor describe a los Lercaro como: “hombres muy dignos en las armas y las empresas marítimas, provistos de mucha prudencia y heroica constancia, solícitos amadores de su patria de quien obtuvieron las más altas y luminosas dignidades”. En torno a 1550 llega a las Islas el primer Lercaro, instalándose en Las Palmas de Gran Canaria, donde casa con una hija de la familia italiana Sauli, y desde donde uno de sus hijos es nombrado Gobernador de Córcega, otro Caballero de la Orden de Calatrava y, un tercero, Angelo Lercaro, Teniente Gobernador de Gran Canaria y abogado del Santo Oficio. Un hijo de este último, Francisco Lercaro de León, descendiente por línea materna del conquistador Pedro de Vera, se traslada a San Cristóbal de La Laguna y se casa con la heredera de los Giustiniani (Justiniani o Justiniano), que poseían casa en la Calle San Agustín, estableciéndose la saga familiar definitivamente en la isla de Tenerife, y donde, sobre aquella, construyen su casa-palacio en 1593.
Andrea D’Oria había reservado a un limitado número de familias originarias el privilegio de gobernar la República de Génova y asumir todos los cargos públicos, por lo que pronto los Lercaro establecieron una férrea política de alianzas matrimoniales con los principales linajes de Tenerife para afianzar y consolidar su poder socio-económico y sus vínculos comerciales con Europa. Así se emparentan con los Ponte, también de origen genovés, los italianos Grimaldi, los franceses Grimón, los flamencos Westerling o los Herrera-Leiva, Urtusuástegui, Benítez de Lugo y Mesa, entre otros. Gracias, además, a los archivos de la familia, repartidos entre distintas instituciones, sabemos que sus prósperos negocios conectaron Tenerife con Génova, el Báltico, Dinamarca, Irlanda, Lisboa, Londres, Roma, Madeira o París, además de con Filipinas, Acapulco, Caracas, México, China, Jamaica, Lima, Cuba, Antillas o Nueva Orleans entre otros muchos lugares del Mundo. Además, esta documentación, junto con la correspondencia de los cónsules de Génova en Tenerife (siglo XVIII), constituyen el más importante origen de informaciones existentes en Génova sobre las Islas Canarias y, concretamente, sobre la Isla de Tenerife y su contexto histórico.
Pero el vestigio más importante de la presencia de los Lercaro en Tenerife es la construcción, en 1593, de su casa-palacio en la ciudad de La Laguna. Se trata de una espléndida edificación de arquitectura vernácula canaria en la que, debido al noble origen genovés de la familia, incluyen elementos clasicistas y una serie de cultismos propios del post-renacimiento italiano. Así, la fachada del edificio presenta una espléndida portada de cantería en el que destaca el frontón quebrado con volutas y el almohadillado de sus sillares, en un excepcional ejemplo de manierismo italiano. De igual forma, presenta elementos decorativos clasicistas, como unos frescos al temple en jambas y dintel de la puerta principal, en el que se representan arquitecturas fingidas y un friso de guirnaldas de flores y frutas que simbolizan la prosperidad y fertilidad en la arquitectura clásica romana. Como vemos, Tenerife no fue ajeno al proceso de recepción de la arquitectura clásica difundida desde Italia al resto de Europa, a partir de los tratados de Vitrubio, Serlio o Sagredo.
Pero, además, el palacio presenta una especial particularidad: tras la restauración que se llevó a cabo en él en el año 1984 se encontró bajo el segundo tramo de la escalera principal una bóveda tabicada que constituye un precedente directo de la posteriormente conocida como bóveda catalana y que se generaliza en España a partir del siglo XVII. Esta técnica de construcción, un tipo de bóveda tabicada de ladrillo, material prácticamente inexistente en la arquitectura tradicional canaria, tiene su origen en la arquitectura romana, como puede comprobarse en las Termas de Caracalla en Roma. En el siglo XVII, los arquitectos y maestros de obra italianos que habían mantenido viva esta técnica, fueron llamados por las coronas de Castilla y Aragón para construir nuevos edificios siguiendo los cánones y la estética del Renacimiento. Estos mismos maestros importan el método de la volti di cuarto e inician en la técnica correspondiente a los gremios de albañiles, los cuales la difundieron ampliamente por toda la península, especialmente en Cataluña. En Tenerife esta técnica llegó el siglo anterior gracias a la presencia de familias europeas, como la Lercaro, que recurrieron posiblemente a maestros de obra italianos en la construcción de su casa en 1593.
A partir de 1993 la casa es inaugurada como sede oficial del Museo de Historia y Antropología de Tenerife con una interesante exposición sobre las diferentes etapas de desarrollo de la sociedad, la economía y la cultura de Tenerife desde la conquista hasta nuestros días. Entre sus piezas, cuenta con un Belén genovés de finales del siglo XVII que fue propiedad de la familia Lercaro, y que nos recuerda el origen italiano de la misma. Fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en el año 2008
BIBLIOGRAFÍA
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PELLEGRINI, Alessandro. “Los Magníficos Lercaro de Tenerife. Un archivo genovés en Canarias”, en Actas del XV Coloquio de Historia Canario-Americana, 2002.
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ras servir al emperador Rodolfo II de Habsburgo, el ingeniero cremonés Leonardo Torriani (castellanizado Turriano) es nombrado ingeniero militar de Felipe II y enviado por Real Cédula de marzo de 1584 a las Islas Canarias como ingeniero del Rey. Hasta 1586, Torriani residió en la isla de La Palma, donde tenía la tarea de trazar […]
Tras servir al emperador Rodolfo II de Habsburgo, el ingeniero cremonés Leonardo Torriani (castellanizado Turriano) es nombrado ingeniero militar de Felipe II y enviado por Real Cédula de marzo de 1584 a las Islas Canarias como ingeniero del Rey. Hasta 1586, Torriani residió en la isla de La Palma, donde tenía la tarea de trazar y fabricar el muelle y torreón defensivo de su puerto. A partir de 1587, el ingeniero comienza su mayor empresa: visitar todas las fortificaciones del Archipiélago e informar sobre la mejor forma de mejorar su sistema de defensa. Así, en diciembre de 1587, llega a Tenerife junto al Gobernador Juan Núñez de la Fuente con la intención de visitar sus puertos y fortificaciones.
Leonardo Torriani estudió, visitó y mejoró las fortificaciones de Santa Cruz de Tenerife y su puerto, del que levantó plano, y trazó el diseño de la Cuesta de Arguijón (La Cuesta), fijando el lugar donde se establecería la batería de San Joaquín para la defensa de La Laguna, antigua capital de la isla, de ataques desde la costa. Entre febrero y marzo de 1588 visitó los demás puertos y fortificaciones, destacando el plano levantado del Puerto de Garachico, uno de los más importantes del Atlántico entre los siglos XVI y XVII, consolidado como la puerta principal de Tenerife, con flujos comerciales con Europa, América y África, y cuya posición geográfica fue fundamental para el tránsito de productos internacionales entre continentes.
De gran relevancia resulta el plano de Leonardo Torriani de San Cristóbal de La Laguna de 1588, por tratarse de la primera imagen de la ciudad declarada en 1999 Patrimonio Cultural Mundial por la UNESCO por ser, entre otras cosas, un ejemplo de modelo de ciudad europea basada en criterios renacentistas de regularidad y mesura. La Laguna tiene el valor universal excepcional de ser la primera ciudad colonial española no-fortificada, modelo y laboratorio de las nuevas fundaciones americanas y del proyecto de control territorial de ultramar de los Reyes Católicos, y ejemplo de Ciudad Ideal o Ciudad Utopía del Renacimiento. Su trazado regular, que deja atrás el concepto de ciudad medieval europea de calles intrincadas, responde a razonamientos políticos, económicos y estratégicos sobre los nuevos territorios colonizados. En La Laguna se pone en marcha un mecanismo acompasado de control social a través del nuevo concepto de ciudad renacentista o ciudad-territorio, basado en tratados clásicos como Las Leyes de Platón, y en el que el reparto de tierras y solares se subordina a un plan urbanístico concreto y complejo. El plano de La Laguna de Leonardo Torriani es una de las fuentes fundamentales para la historia del urbanismo moderno como ejemplo de ciudad utópica renacentista.
La obra de Torriani, recogida en su manuscrito Descrittione et historia del regno de l’isole Canarie gia delle le Fortunate con il parere dette loro fortificationi (1590), se encuentra actualmente en la Biblioteca de la Universidad de Coimbra. Tras las misiones que le encomendó Felipe II, fue nombrado Ingeniero Mayor del Reino de Portugal, donde, tras su muerte, quedaron depositados sus informes, manuscritos y planos, en el convento de São Bento de Coímbra, y posteriormente donados a su Universidad. Se trata de una excelente colección de grabados, planos, descripciones e interesante material etnohistórico referido a las poblaciones aborígenes canarias. Como curiosidad, destacar que en su apéndice Leonardo Torriani traza el perfil de la Isla de San Borondón, “que -según el autor- no se halla”.
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RUMEU DE ARMAS, A. Piraterías y ataques navales en las islas Canarias. Vol. II. Madrid, 1948.
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TOUS, Juan (Comisario), Tenerife a través de la cartografía [1588-1899], Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna, Zona Militar de Canarias y Cabildo de Tenerife, 1996
WÖLFEL, Dominik Josef (ed.).. Die Kanarischen Inseln und ihre urbewohner. Eine unbekannte Bilderhandschrift vom Jahre 1590. Leipzig: K. F. Koehler verlag., 1940.
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UNED: Leonardo Turriano
a primera descripción que conocemos de Petrus Gonsalvus es de 1547, cuando contaba con aproximadamente 10 años de edad. Se trataba de un niño guanche capturado en Tenerife tras la conquista de la isla y que fue ofrecido como presente al rey de Francia. Aunque desconocemos el periplo que le llevó de Tenerife hasta Francia, […]
La primera descripción que conocemos de Petrus Gonsalvus es de 1547, cuando contaba con aproximadamente 10 años de edad. Se trataba de un niño guanche capturado en Tenerife tras la conquista de la isla y que fue ofrecido como presente al rey de Francia. Aunque desconocemos el periplo que le llevó de Tenerife hasta Francia, es probable que pasando por la Península Ibérica a manos posiblemente de corsarios franceses, sí que sabemos de su exótico valor como “regalo” al Rey: el guanche Pedro González sufría de Hipetrichosis Universalis Congenita o Síndrome de Ambras, una rara enfermedad cuyo síntoma más evidente es la presencia de abundante pelo por todo el cuerpo, incluida la cara, lo que, a ojos de la época, le confería un particular aspecto casi animal. Según la historia que él mismo contó, y que recogen las crónicas de la época, procedía del linaje de los Menceyes isleños, lo que concuerda con el tratamiento de don Pedro que recibió en la corte, donde sirvió durante años. En esta época aparece mencionado como curiosidad en dos tratados de medicina de Giulio Cesare Scaligero (1557) y Realdo Colombo (1559), en París. Allí casó con Catalina, una mujer considerada de extraordinaria belleza, con quien tuvo varios hijos e hijas, alguno de ellos con la misma enfermedad que su padre. Sabemos también que en esta época fue instruido en las artes, las letras y aprendió latín, como atestigua Van den Bosch en otro tratado de medicina, de 1582: “Enrique, rey de los franceses, ocupose de que se instruyera en ciencias humanísticas a un hombre cubierto de pelo, no menos que un perro”. Tras la muerte de Enrique queda al servicio de su heredero Francisco II, y posteriormente de la viuda de éste, Catalina de Medici, época en la que se realizan los primeros retratos de la familia González.
Por una carta de marzo de 1583 del Archiduque Carlos de Habsburgo a su cuñado Guillermo V de Baviera sabemos que entre la colección de pinturas de mujeres barbudas y curiosas figuras traídas de todo el Mundo a modo de cámara de los prodigios o gabinete de curiosidades de Guillermo, se encontraban los retratos (c. 1582) de Pedro González, apodado “Salvaje” no sólo por su aspecto sino por su ascendencia guanche, de su esposa Catalina, y de su hijo Henri y su hija Madeleine, ambos con hipertricosis. Estos 4 grandes retratos se encuentran hoy día en el Castillo de Ambras, en Innsbruck, donde se reunió la célebre colección. Ese mismo año de 1583, además, el artista flamenco Joris Hoefnagel realiza en Munich una copia en miniatura de los retratos añadiendo la siguiente descripción: “Petrus Gonsalvus, Alumnus Regis Gallorum. Ex Insulis Canariae Ortus” (Pedro González, pupilo del Rey de Francia. Nacido en las Islas Canarias). Las miniaturas, que forman parte de una obra mayor sobre los 4 Elementos, se encuentran en la National Gallery of Art de Washington. Posteriormente, estos retratos sirvieron de modelo para diferentes copias que circularon por toda Europa, como las encargadas en el siglo XVII por Rodolfo II en Praga, obra del pintor flamenco Dirck de Quade van Ravesteyn, como parte de un bestiario recopilado por el emperador.
Tras la muerte de Catalina de Medici, la familia se traslada a Italia en 1591 como regalo a Alejandro Farnesio, Duque de Parma, y se instalan en el Palazzo del Giardino, residencia de verano de los duques, de exuberantes jardines. Desde ahí, varios de sus hijos son regalados, manteniendo el apellido González, pero con el sobrenombre de Pelosi (“peludo” en italiano), a varias personalidades de la época. Así, en el Museo de Bellas Artes del Castillo de Blois, en Francia, existe un retrato de su hija, Antonietta González Pelosi. En el retrato de la niña velluda, atribuido a la pintora Lavinia Fontana (1552 – 1614), sostiene una nota en la que puede leerse: “De las Islas Canarias fue traído don Pedro, un hombre salvaje, para el egregio Enrique, Rey de Francia. Hoy se encuentra él con el ilustre Duque de Parma, al que yo, Antonietta, pertenezco y ahora estoy en casa de la Señora Isabella Pallaviciana, Marquesa de Soragna”. Una descripción de la niña, con un dibujo basado en la pintura de Fontana, aparece en la obra Monstrorum Historia (1642), del naturalista italiano Ulisse Aldrovandi, sirviendo de modelo de infinidad de retratos imaginarios de “muchacha velluda” en diferentes tratados posteriores. De igual forma, su hermano Enrico González Pelosi es regalado por el Duque de Parma al Cardenal Odoardo Farnese y trasladado a Roma, donde fue exhibido por toda la ciudad ricamente vestido. Enrico aparece retratado junto con un enano y un bufón de los Farnesio en el cuadro Arrigo Peloso, Pietro Matto, Amon Nano et altre bestie, de Agostino Carracci (1557 – 1602), que se encuentra en el Museo de Capodimonte en Nápoles. Curiosamente, en el cuadro se le representa ataviado con un “tamarco”, una especie de capa de piel anudada al pecho con la que Leonardo Torriani representa a los aborígenes canarios unos años antes en su obra Descripción e Historia del reino de las Islas Canarias, antes Afortunadas, con el parecer de sus fortificaciones (1588). Enrico González Pelosi se establece en Capodimonte donde se casa varias veces, tiene varios hijos, y reúne a sus padres, don Pedro y Catalina, en 1608, donde finalmente fallecen a principios del siglo XVII.
Aunque desde la antigüedad clásica existían historias que pudieron dar origen a la leyenda, como El asno de oro (siglo II d.E.) de Lucio Apuleyo, obra que inspiró Le piacevoli notti (1550 -1553) de Gianfrancesco Straparola, y que se considera la fuente de la historia de La Belle et la Bête (1740) de Gabrielle-Suzanne Barbot de Villeneuve, la vida del tinerfeño Pedro González presenta tantas concomitancias con ésta que se considera el precedente directo del universalmente conocido cuento de amor entre el salvaje hombre de apariencia animal y la hermosa joven parisina. De hecho, no se descarta que la autora del famoso cuento se basara en la historia del tinerfeño Petrus Gonsalvus.
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ZAPPERI, Roberto. El salvaje gentilhombre de Tenerife. La singular historia de Pedro González y sus hijos, Ed. Zech, S/C de Tenerife, 2006.
VÍDEO
Gonsalvus: Die wahre Geschichte von Die Schöne und das Biest || Doku HD deutsch – YouTube
HISTORIAS DEL DRAGO – CAPITULO 2 – PETRUS GONSALVUS – YouTube
What Inspired ‘Beauty & the Beast’ Was Too Grim For Disney – YouTube
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La Bella y la Bestia, una historia real en el siglo XVI | Onda Cero Radio
Universo Insólito en M80 T2 038 Síndrome de Ambras: el extraño caso de Petrus Gonsalvus en Podcast de claratahoces en mp3(05/06 a las 19:30:16) 07:11 11786878 – iVoox
INFORMATIVOS TVC a expedición de Fernando de Magallanes, financiada por la Corona Española tras el rechazo inicial de Manuel I de Portugal, parte de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519 en busca de una nueva ruta comercial con el mercado de las especias por Occidente, conectando el Atlántico con el Pacífico […]
La expedición de Fernando de Magallanes, financiada por la Corona Española tras el rechazo inicial de Manuel I de Portugal, parte de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519 en busca de una nueva ruta comercial con el mercado de las especias por Occidente, conectando el Atlántico con el Pacífico por el estrecho al que dio nombre el célebre expedicionario. Entre su tripulación viajaba Antonio Pigafetta, explorador y geógrafo italiano, quien escribirá la crónica del viaje, y por el que sabemos que: “a 26 del mismo mes [de septiembre] arribamos a una isla de la Gran Canaria, que se dice Tenerife, a 28 grados de latitud, para proveernos de carne, agua y madera.” La expedición permaneció en la isla de Tenerife cinco días, donde además se ocultó de la flota portuguesa que trataba de interceptarlos para evitar que España estableciera una nueva ruta comercial.
Sabemos que el puerto donde se arma la expedición estaba bajo el control del Duque de Medina Sidonia en Cádiz, quien patrocinó a Alonso Fernández de Lugo en la conquista de Tenerife y por lo que recibió las mayores datas de tierra entregadas en la isla, en Granadilla de Abona, “entre los Barrancos del Río de Abona, y el Río de Chasna, con sus respectivas aguas”. No parece casualidad que Pigafetta anotara en su crónica: “Allí [puerto por determinar] estuvimos tres días y medio para abastecer a la armada de las dichas cosas [carne, agua y madera]: luego nos dirigimos a un puerto de la misma isla, llamado Monte Rosso, a por brea, demorando allí dos días”. Parece, por tanto, que la expedición se aprovisionó posiblemente en el puerto de Santa Cruz, aunque este dato no ha sido confirmado, y con toda seguridad en la Montaña Roja, en la costa entre El Médano y Los Abrigos, donde el Duque de Medina Sidonia poseía una fábrica de pez, con hornos de los que se obtenía, por la cocción de la madera resinosa del pino canario, la brea necesaria para calafatear los barcos.
Inicialmente, la expedición la formaban 5 barcos con 239 tripulantes que salieron de Sanlúcar, de los cuales sólo 18 terminaron la empresa. El resto murió, tal y como el propio Magallanes (en 1521 en Filipinas), o fue capturado, regresando una única nave, la Victoria, capitaneada por Juan Sebastián Elcano, al puerto de Sevilla el 8 de septiembre de 1522. Sabemos también, gracias al historiador Martín Fernández de Navarrete (1837), que la tripulación terminó de completarse en Tenerife, donde embarcaron cuatro grumetes de los que tres fallecieron durante la travesía, y uno concluyó el viaje, un tal “maese Pedro el de Tenerife”. Al parecer, se trataba de un experto calafateador que quizás trabajara en el puerto de Abona y por el que se interesó Magallanes, mandando a embarcarlo, pues conocía las principales rutas marítimas ya que había navegado previamente con la armada portuguesa.
Curiosamente, este mismo Pedro el de Tenerife será uno de los 19 tripulantes en completar la circunvalación al planeta junto a Juan Sebastián Elcano, considerando a Tenerife el punto donde se inicia la expedición, pues será en ella donde se complete la tripulación y se aprovisionen las naves antes de partir rumbo a Brasil. Pero no lo hizo junto con los otros 18 marineros, pues a su regreso, Pedro el de Tenerife fue apresado por los portugueses en Cabo Verde y no regresó a Sevilla en la nao Victoria, sino varias semanas después. Los supervivientes fueron recibidos por el Rey Carlos V en Valladolid, quien otorgó a Elcano una renta anual de 500 ducados por su gesta y su escudo de armas, que contiene un globo terráqueo con la leyenda Primus circumdedisti me (el primero en circunnavegarme). Debido a la detención por parte de los portugueses de Maese Pedro, algunos historiadores aún lo recuerdan, como a uno de los héroes en dar la primera vuelta al mundo, como “Pedro de Tenerife, el que llegó tarde”.
BIBLIOGRAFÍA
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FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Martín. Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por el mar los españoles desde fines del siglo XV, Tomo V – Expediciones al Maluco. Viaje de Magallanes y Elcano, Madrid, Imp. Nacional, 1837.
GARCÍA REBOLLO, Luis M. “Tenerife en la ruta de la primera circunnavegación”, en Revista de Historia Naval Núm. 147, págs. 9-27, 2019.
PIGAFETTA, Antonio. Primo viaggio intorno al Globo Terracqueo: la expedición de Magallanes-Elcano 1519-1522, Real Instituto Elcano, 2016
VÍDEO
INSTITUTO CERVANTES: V Centenario de la expedición de Magallanes y Elcano (9/2/2018)
AUDIO
CADENA SER: La gesta de Magallanes y Elcano (8/4/2018)
DOCUMENTOS RNE: La circunnavegación de la Tierra: Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano (17/08/2018)