Precisamente durante su estancia logró acabar la novela ‘El misterio del tren azul’. En su autobiografía contaría que: ‘La Orotava era un lugar encantador con la gran montaña que lo dominaba todo y las maravillosas flores que crecían por todas partes, alrededor del hotel.’ Durante aquellos días se dispuso a conocer el pueblo y su entorno, paseando por la zona de La Paz y el acantilado, parando en el Sitio Litre, hasta llegar a la playa de Martiánez para intentar nadar, algo que no consiguió por lo peligroso que era entonces el baño en la zona. Mrs. Christie estuvo en Tenerife un total de 25 días, continuando después hacia Las Palmas.

En 1930 publicó en Reino Unido una colección de relatos cortos bajo el título de ‘El enigmático Mr. Quin’, entre los cuales se encontraba ‘El hombre del mar’. Aunque transcurría en una supuesta isla del Mediterráneo francés, algunos pasajes están claramente inspirados en el Puerto de la Cruz: [..] Dejó atrás los caminos bordeados de palmeras y las esparcidas casitas blancas del pueblo. Pasó a lo largo de la ribera de negra lava entre cuyas rugientes olas perdiera años atrás la vida un conocido nadador ingles. Pasó los estanques rocosos donde niños y ancianos retozaban haciéndose la ilusión de que se bañaban, y subió al fin por la empinada y tortuosa senda que conducía a la cima del acantilado. Al borde mismo de este había una casa a la que designaban con el apropiado nombre de La Paz. [..]

De su estancia en Las Palmas de Gran Canaria saldría también otro relato corto, ‘Una muchacha de compañía’, incluido en el libro ‘Miss Marple y los trece problemas’. Y una anécdota. El periodista Jaime Rubio Rosales comenta que en el capítulo octavo del libro se habla de lo buenas que eran las playas de la ciudad grancanaria para el ‘surf bathing’. Esto, unido a que la Sra. Christie se aficionó al surf en un viaje a Sudáfrica en 1922, convirtiéndose en pionera de este deporte entre los británicos, hace pensar al escritor que podría haber sido de las primeras personas en practicarlo en Canarias.